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miércoles, 18 de noviembre de 2009

La Reforma efectiva

Al prevalecer la causa liberal en los campos de batalla, pudo llevarse a cabo la Reforma. El año de 1861 fue señero por lo que concierne a la Ley de Desamortización, que consistía en transferir la propiedad de la Iglesia a particulares, de preferencia a los mismos que la usufructuaban. Esta disposición, conocida como Ley Lerdo, había sido dada desde 1856, pero no surtió efectos considerables sino hasta 1861, incrementados fuertemente por otra ley, la de Nacionalización de Bienes de la Iglesia, dictada por Juárez en 1859. En efecto, a lo largo de 1861 se vendieron en Toluca bienes de la Iglesia por 369 500.34 pesos. La enajenación continuaría, incluso durante los días de la Intervención y del Imperio, pero en menor proporción. El principal comprador no era mexicano, sino alemán —Bernardo Wiener—, a quien se adjudicaron propiedades por 152 889.59 pesos. Le seguía Juan Martínez Baca y José María Mateos. Vienen después diversos grupos, destacando el general Leandro Valle, Manuel Alas y otros extranjeros.

La enajenación que benefició a mayor número de personas fue la de una hacienda, Merced de las Llaves (hoy Villa Victoria), adjudicada a los mismos rancheros que la trabajaban. Esto fue una excepción, pues en nuestra provincia y en el ámbito nacional las enajenaciones fortalecieron el latifundismo de los hacendados, sin beneficiar a la masa de la población. Más bien en aquel entonces, "la política liberal intensificó la opresión del campesinado". No obstante, un objetivo de la Reforma se había logrado: quebrantar el poderío económico de la Iglesia, considerado como impedimento para un Estado laico y soberano.

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